Esta es una de unas preciosas sillas isabelinas que estoy restaurando.
Al retirar el tapizado, me encontré el canto interior del respaldo perforado y con restos de tireta de rattan, y pensé que lo mejor sería devolverlas a su estado original, pues este trabajo aligera la silla y gana mil por mil.
La técnica viene de China y la introdujeron los portugueses en Europa en el s.XVII, pero es a lo largo del s. XVIII cuando adquiere mayor esplendor y se refinan los diseños. En principio se empleaba en los muebles de las clases adineradas, pero fue Thonet en el s.XIX quien lo democratizó, y la Bauhaus también lo pone en boga en el periodo de entre guerras. En los años 70 se inventan máquinas de rejilla prefabricada que es como la encontramos a fecha de hoy.
Pero es un placer poder recuperar una pieza usando esta técnica que guarda mucha similitud con el bordado de filtiré, y si no fuera por lo carísimo de la materia prima os puedo asegurar que es de lo más relajante si se práctica con moderación, pues la vista y los dedos quedan agotados.
Para el asiento escogí un toile de jouy color frambuesa precioso, y para darle un toque fresco tapé con una simplísima cinta de esparto que ya usé en otras ocasiones.
A mi me ha encantado el resultado, son unas sillas de importancia, de la mejor madera, talladas a mano, que podrían resultar casposas según se las asocie.
Yo he optado por mezclarlas con unas sillas de diseño superetéreo, de esta forma se crea un bonito contraste entre lo antiguo y lo moderno, lo artesano y lo industrial, la madera tallada y el metacrilato transparente, que está sin estar.
A ratos sigo trabajando en ellas para completar los respaldos, me pero me lo tomo con paciencia...