No todos los días una tiene la suerte de encontrarse una joyita como esta en el contenedor. (Le doy las gracias a Lucia por darme el aviso de algo que me podía interesar).
Una silla preciosa en madera de haya , de los años 60, que me venía al pelo para poner en mi despacho.
Traté la carcoma y repase el acabado que estaba sucio y ajado.
El tapizado lo tuve claro desde el primer momento que la vi. Cheviot y vestida como si de una brigo de caballero se tratase.
Estas telas me encantan y al estilo de silla le va de miedo.
Como al entrar en el despacho la silla se ve por la parte posterior, me parecio un detallazo ponerle la pluma de mi abuelo en el bolsillo.
Las patas en su momento debieron de llevar casquillos de latón, pero los que encontré tenían unos precios de escandalo, así que de momento van pintadas en broce viejo en espera de mejores tiempos.
Encantada estoy con mi silla y con el resultado.
Os enseño también algunos trabajos que mis chic@s hicieron en los cursos y quedaron pendientes de fotos.
La famosa maleta que el padre de Fernado llevó a la mili y que tampoco tenemos fotos del antes. La pintó en rojo inglés .
Pero el puntazo es que la forró con las nóminas que su padre tenía guardas de toda la vida y el libro de la autoescuela de cuando no existian las rotondas,ja,ja,...
Y la silla de Julia, para variar tampoco le sacamos foto. Pero la encontró de desecho y estaba tapizada en skay verde y las patas eran de haya claro, todo muy ajado.
Le pusimos las patas en color nogal y la tapizamos en una preciosa mezclilla caldero ribeteada en verde manzana que sin duda le da un toque muy desenfadado.
En el mes de agosto hemos relajado un poco sin llegar a desconectar totalmente, pero cogiendo fuerzas para empezar septiembre con ganas.
Por supuesto continuamos con los cursos.